Con el estreno de la cita futbolera por excelencia, estreno mi blog, que le vea la analogía quien quiera, yo al menos no la encuentro. Pretender rivalizar en importancia es como que una ameba mire a una ballena y le diga: "echa a correr o te arranco la aleta dorsal". Desde mi palacio de las amebas busco un sitio donde reflexionar y donde aportar algo más a este universo blogsférico, convirtiéndome en una pieza más del enorme mosaico del blogs innecesarios de los que lo mejor que se les puede decir es que no deberían existir.
Pero, oye, naturaleza humana es la que te incita a tocar cuando te dicen "no toques"; la que coquetea con la novia del amigo cuando éste te ha advertido: "no te acerques a mi chica"; la que desobedece el letrero de "apaguen los móviles que va a empezar la película"; la que te lleva a rodear la papelera de mierda mientras su interior está vació; la que te deja aparcar en zona de minusválidos; la que te hace fumar cuando tienes bronquitis; la que te impide pedir disculpas cuando sabes que has ofendido a tu pareja; la que te hace ignorar al niño cuando te dice: "papá, juega un rato conmigo"; la que te hace escuchar las aviesas opiniones de un desconocido en la barra de un bar frente a los incondicionales y sabios consejos de una madre; y, sobre todo, la que te hace ir al Norte cuando todos los carteles te llevan al Sur.
¿Por qué Human Release? Porque la humanidad necesita liberarse de sus complejos y aportar a cientos de miles de vidas sin sentido un objetivo que, al menos, te permita ser feliz. Aquí huiré de religiones, fetichismos, doctrinas, partidos políticos, dogmas y chorradas de ese calibre. Aquí hablo de la persona, y de la necesidad de sentirse persona. De dejar de sentirnos tristes y de corretear en círculos. De bucear por las complicadas aguas de nuestra alma en busca de lo que nos hacer ser mejores. Porque humanos somos y vivimos en sociedad, pero ni sabemos por qué ni para qué. Una vida entera lleva buscar algo de lo que digo y sinceramente, dudo que la mayoría lo encuentre.
Vivimos inmersos en una rutina diaria que nos obliga a levantarnos todos los días para ir a trabajar (los que tengan curro) sin pararnos a pensar si eso nos gusta o no nos gusta. Hacemos las mismas cosas con la misma gente. Los fines de semana también y consideramos una locura o un loco al que se porta de manera contraria a lo que nos han enseñado. Si cantamos bajo la lluvia nos miran y señalan y esto es, a grandes rasgos, lo que quiero decir. No se trata de nadar contracorriente porque sí, se trata de hacer alguna vez lo que nos pide el cuerpo, y eso no significa hacer daño a nadie, significa sentirnos vivos.
Naufrago por muchos blogs leyendo los sentimientos más profundos de muchas almas y, quitando frikadas dignas de tratamiento, la gente refleja lo que les gustaría hacer y no hacen, y eso es una puta pena. Si eres feliz, harás feliz a tu entorno. Si eres un triste, harás triste a tu entorno, y eso es una verdad universal. Nunca aquel refrán tuvo más sentido: Dime con quién andas y te diré quién eres.
Naufrago por muchos blogs leyendo los sentimientos más profundos de muchas almas y, quitando frikadas dignas de tratamiento, la gente refleja lo que les gustaría hacer y no hacen, y eso es una puta pena. Si eres feliz, harás feliz a tu entorno. Si eres un triste, harás triste a tu entorno, y eso es una verdad universal. Nunca aquel refrán tuvo más sentido: Dime con quién andas y te diré quién eres.
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