
Se acabó la Semana Santa edición 2011. Según los pesimistas la penúltima, ya que el año que viene llega el fin del mundo tal y como predicen los Mayas. Pero eso no viene al caso ahora. Acabadas las mini vacaciones volvemos al día a día. Primero con la triste realidad que nos deja el tiempo, me refiero al atmosférico, porque vaya días de mierda que hemos tenido y que sol radiante hacía ayer. Eso debe ser cosa de la crisis y seguro que algo tiene que ver ZP con todo esto. Estoy visualizando algún oscuro despacho en Moncloa y aledaños donde unos sesudos señores deben haber decidido que si en época estival, como la Semana Santa, propagamos mal tiempo, la gente contraerá el gasto, aumentará el ahorro y dejará saldo en las cuentas bancarias. ¡Que los señores banqueros están muy necesitados! Y a la vuelta de las vacaciones soltamos el Sol y a producir con alegría. Al fin y al cabo unas vacaciones pasadas por agua están mejor vistas que un día de trabajo con tormenta.
Asuntos meteorológicos aparte, volvemos a nuestras vidas y a nuestros problemas. Y en este bendito país, uno de los más importantes asuntos a tratar (por no decir el que más) es el fútbol. Después de un empate a nada en liga y una victoria blanca en la Copa del Rey, llega el enfrentamiento definitivo, la madre de todas las eliminatorias, el sentido de la vida de algunos, el negocio suculento de otros, el simple entretenimiento de masas para la mayoría y una jornada de trabajo más para los participantes.
No soy de los que piensan que con todos los problemas que tenemos por qué perdemos tanta energía en esto. Soy partidario del “pan y circo” porque es necesario. Porque el estado de ánimo es un baremo que condiciona todo lo demás en nuestras vidas. La posibilidad de la aniquilación del eterno enemigo nos da un chute de optimismo y expectación que nos ayuda a continuar. Y por si fuera poco, por partida doble en esta Champions League. Claro que es un negocio para la Uefa, y para los clubes, incluso para los jugadores de futbol, los nuevos gladiadores de nuestra época. Pero también es todo lo demás, también es uno de los mejores divertimentos que existen, es el sumun de las competiciones, donde siempre hay en juego más que un resultado. No voy a seguir por ahí, que me parezco ya a un columnista del Marca o del Sport.
Me quedo con los jugadores, los nuevos gladiadores como he dicho. Hoy en día, gracias a la perspectiva que nos da la historia, vemos el asunto de los gladiadores de la antigua Roma como un espectáculo grotesco propio de animales en vías de civilizarse. ¿Cómo es posible que la gente disfrute con esas carnicerías? Pues porque es así, es cierto y no ha variado nada en los últimos 2000 años. Véase el ejemplo de la aclamadísima serie “Spartacus: Sangre y Arena” y su precuela “Spartacus: Dioses de la Arena” de la cadena Starz, emisora que está recogiendo el testigo de la grandiosa HBO en cuanto a producciones de gran calidad. En esos capítulos (para los que no la hayan visto, ya están tardando. Estómagos frágiles abstenerse) se recoge la mayor cantidad de sangre y violencia por minuto filmado que haya visto en muchos años. Sin llegar a ser del género gore, para eso hay que comer tripas y demás lindezas, es violenta, desmembradora, exagerada y sanguinolenta a más no poder. En el plano sexual tampoco se queda corta, con escenas más que explícitas. En analogía con lo que he escrito más arriba, he de decir que el sentimiento que te embarga viendo esta producción es el de querer un poco más. Esperar a la próxima escena a ver como masacran al siguiente contrincante de Spartacus o de Crixo, el Campeón de Capua. Hasta mi mujer, bastante timorata para este tipo de series o películas, disfrutó viendo las peleas y los litros de sangre. Y uno llega un momento que se pregunta, ¡coño!, ¿en qué hemos cambiado? Si, si, vale. Es ficción, es un espectáculo y los Derechos Humanos (Human Rights para que tenga más empaque) lo prohibiría hoy en día. Siempre para las grandes masas, porque al nivel de una república bananera mejor no hablar.
Seguimos disfrutando como animales que somos, de las animaladas que se nos ocurren. Descubramos las 7 diferencias/coincidencias entre las luchas de gladiadores y el futbol de nuestros días:
1º DIFERENCIA/COINCIDENCIA
- Gladiadores: Luchaban por ser el campeón y recibir la rudius, o espada de madera que les daba la libertad y la inmortalidad.
- Futbolistas: Juegan por recibir el balón de oro o el Fifa World Player que les de la libertad financiera definitiva y la inmortalidad.
2º DIFERENCIA/COINCIDENCIA
- Gladiadores: Se entrenaban sin descanso porque de lo contrario morirían en la arena y nadie les recordaría.
- Futbolistas: Se entrenan sin descanso para poder jugar o mueren en las categorías inferiores hasta llegar al olvido.
3º DIFERENCIA/COINCIDENCIA
- Gladiadores: Las grandes y adineradas mujeres de la época querían contar son sus favores sexuales. Daba caché y además pasaban un muy buen rato.
- Futbolistas: ¿Es necesario que explique lo que algunos futbolistas hacen con las modelos y lo que otras mujeres pretenden hacer con los futbolistas?
4º DIFERENCIA/COINCIDENCIA
- Gladiadores: Podían acumular riqueza suficiente como para comprar su libertad, obtener la independencia económica y vivir de las rentas el resto de sus vidas. Muchos dilapidaban su fortuna en mujeres y alcohol hasta que acababan tirados en la parte de atrás de algún sucio burdel.
- Futbolistas: Algunos llegan a acumular tanta riqueza sin saber hacer la O con un canuto, que lo único que les queda cuando envejecen, es hacer el canuto pero para otra cosa. Todos conocemos ejemplos de esto.
5º DIFERENCIA/COINCIDENCIA
- Gladiadores: Tenían un lanista (dueño de los gladiadores) y un Dottore (entrenador de los gladiadores) que los cuidaba, entrenaba y hablaba por ellos hasta conseguir obtener el mayor beneficio posible.
- Futbolistas: ¿Qué tienen los futbolistas en el club donde trabajan?
6º DIFERENCIA/COINCIDENCIA
- Gladiadores: Cuando salían a la arena la gente les animaba enfervorizada, deseando que mutilase y masacrase a su rival, como fuera, con los métodos que fueran, siempre y cuando saliera victorioso. La gente se metía en peleas por coger un buen sitio y no dudaba en darse de puñetazos con alguien que criticara a su gladiador favorito.
- Futbolistas: Cuando saltan al césped la gente les anima enfervorizada, deseando que driblen, marquen golazos. Un defensa siempre se plantea que pase la pelota pero no el delantero. La gente se mete en peleas por coger un buen sitio y… creo que el resto me lo puedo ahorrar.
7º DIFERENCIA/COINCIDENCIA
- Gladiadores: No importaban absolutamente nada. Eran esclavos. Si morían en la arena se sustituían por otro y a seguir. Lo que importaba era su cuenta de resultados y el beneficio que se podía sacar de ellos. Si de paso ganaban y se hacían famosos, pues mejor.
- Futbolistas: Es triste pero es así. Muchos, apuntando grandes maneras, han visto sus carreras truncadas por lesiones que les han provocado, por sobreesfuerzos, sobreentraniento o defensas con la pierna muy suelta. No pasa nada, a rey muerto rey puesto. Se busca al nuevo valor y a vender camisetas. Si el pobre chaval muere en el intento, peor para él.
Esta apología que he escrito, bastante larga por cierto, no quiere poner en la picota al futbol, sino poner negro sobre blanco una impresión que tengo. El espectáculo debe continuar, contigo o sin ti, ya que el pan y circo es necesario y deseable. Los gladiadores de nuestro tiempo se batirán en duelo esta noche en un primer asalto y será un combate a muerte. Por suerte aquí no hay muertos al instante ni sangre a borbotones, faltaría más. Aquí solo hay diversión, merchandising, derechos de televisión, entradas carísimas, reventa aún más cara, camisetas, bufandas, banderas, comida rápida, negocios aledaños que hacen su agosto, aerolíneas, autobuses para desplazar a la afición, fuerzas de seguridad movilizadas, aficiones que se pelean, celebraciones con alcohol y otras cosas y, sobre todo, dinero, dinero y dinero.
Que disfrutéis del partido.